NUESTRA LENGUA
El español
se ha convertido en la segunda lengua del planeta por número de hablantes
nativos que la tienen como propia y el segundo idioma de comunicación
internacional, sólo por detrás del chino y por delante del inglés. Más de 450
millones de personas hablan español en el mundo. Está previsto que su número
irá en aumento. Así, en 2.030, se prevé que el 7,5% de la población mundial
utilizará este idioma. Según estas previsiones, en 2.050 Estados Unidos se
convertirá en el primer país hispanohablante del mundo. El español es una lengua apreciada y amada en
el mundo, el interés por su estudio va en aumento.
En el
informe: “El español, una lengua viva.”,
elaborado el pasado año por el Instituto Cervantes, se hace referencia a estos
datos y se augura un futuro prometedor para nuestro idioma. Los datos avalan
este avance, y así puede apreciarse en todos los parámetros que recogen el
aumento generalizado de personas que desean conocerlo y hablarlo. En el
documento, se destaca la pujanza de nuestro idioma y las posibilidades que tiene
ahora, en un momento en que la
sociedad, a nivel planetario, exige vivir en permanente contacto entre los más
diversos lugares del mundo, todos los datos confirman que es una de las tres o
cuatro grandes lenguas que canalizan las relaciones internacionales”. Su
prestigio, según el informe, no hará más que acrecentarse con el paso del
tiempo.
Esto
contrasta con el trato que se da, en nuestra propia tierra, a la lengua madre
En
España, el lenguaje actual ha sufrido un cambio y una desestructuración
generalizada que invalida la línea de seguimiento de cualquier pensamiento
lógico. En demasiadas ocasiones, se ha roto el vínculo significativo de las
palabras, y se han subvertido los conceptos, o se les ha vaciado de su entidad
original. Esto devalúa el lenguaje y lo empobrece hasta límites inaceptables,
sobre todo a nivel de comunicación en el ámbito social.
Un reflejo evidente de la situación que se describe, podemos encontrarlo
en la pobreza de vocabulario que se observa en los medios televisivos, en la
mayoría de programas con público como
actuantes ante la concurrencia presente y ante los
telespectadores. Son innumerables los ejemplos que podrían ponerse al respecto
pero, por ser conocidos de todos y reiterativos hasta la saciedad, se hace
innecesario reproducirlos, por escrito, en esta exposición.
¿Debemos aceptar esta degradación lingüística, sin situarnos al margen
de tal despropósito,
y sin hacer nada positivo para evitarlo?
La respuesta, como puede suponerse, es no. Quien ama el lenguaje, debe
seguir amándolo y, si se trata del español, nuestra lengua, hay que decir que
tenemos razones sobradas para que así sea. Nuestra lengua es de las más bellas
que existen, y así lo reconocen lingüistas de todo el mundo,
por algo es lengua madre de más de veinte países.
¡Larga vida al español, lengua común de cientos de millones de personas!